Danzar con la Mar sana Mari Sierra

Muchas mujeres de mi generación hemos tenido que inventarnos una espiritualidad a la medida, porque los dioses juzgones del patriarcado anticuado no nos llaman la atención, pues no les cabe nuestra curiosidad emancipada. “Me gusta la idea de una divinidad incluyente y maternal, conectada a la naturaleza, sinónimo de vida, un proceso de eterna renovación y evolución. Mi diosa es un océano y nosotros somos gotas de agua, pero el océano existe por la gotas que lo conforman.” Dice Elena Poniatovska en la magnífica biografía de Leonora Carrington.

Había días en que la angustia me impedía unir cuerpo, alma y mente. Ninguna idea se consolidaba, no podía moverme por la asfixia de un matrimonio fallido. Como mi voluntad no tenía poder, lo primero que busqué fue un acuerdo con la naturaleza, con ese mar del pacífico californiano que solo se puede observar de lejos de lo helado que es.

– Le grité por su nombre: “¡Maaaaarrrr! No me abandones. Ayúdame a encontrarme. Permite que mi mente y mi cuerpo se unan a ti…. Maaaaar… Maaaa… Maaaaaariiiiii”
Y me grité a misma. Me vi en el mar. Me vi en mi madre. Subida en una piedra con las olas reventando a mis pies, sentí que la fuerza salvaje de la mar, era también calma y pureza. Y que tan solo bastaba nombrarla. Usar la voz para invocarla. Honrar su presencia como guarida y escenario para el renacer.

Y entonces le ofrezco una danza. En ese vaivén con las olas, transformo la rabia en energía creativa y la culpa en una burlona aceptación de mis fallas; aviento al mar la arrogancia y la vanidad, y me libero de ataduras al bailar en el agua. Fue el comienzo de la reconciliación con mi esencia.


“Ya no había yo, me disolví en el silencio inmenso del mar sagrado. Entré sin esfuerzo en un vacío absoluto, un gris traslucido y profundo. No había sensación, espíritu, ni la menor conciencia individual; era una presencia divina y absoluta. Estaba en el interior de la diosa.”



Les comparto estas listas de música para animarse a bailar un poco.
Deja que el sonido entre en tus venas y seduzca tu cuerpo hasta no dejar de moverse. No hay instrucciones ni estilos, puro movimiento delicioso desde el alma.
Deja que tus pies se muevan libremente, caderas fluidas, brazos sueltos y abiertos. Que tus movimientos se vuelvan la expression de tus emociones.
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