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Límulus

Una mirada plural sobre la muerte. Ruth Lechuga en su Cuarto Rosa

Texto de Alberto Ruy Sánchez

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Durante más de cincuenta años esta mujer fue colocando poco a poco alrededor de su cama y en los muros de su habitación las mejores representaciones de la muerte creadas por los artesanos de todas las regiones mexicanas. Muchísimas máscaras de todo tipo y muy variados materiales, esqueletos de barro y de cartón, juguetes de madera, panes y dulces para el altar de muertos, figuras de alambre convertidas en esqueletos de personas y animales, peines labrados, incensarios, candelabros, títeres, esculturas en miniatura, papel picado. Más de quinientas obras maestras relacionadas con los rituales mexicanos de la muerte habitan una recámara cuyos muros fueron pintados de un intenso rosa mexicano. Sobre ese fondo alarmante, todas las piezas blancas imitando esqueletos y todas las piezas coloridas, contrastantes, se convirtieron en presencias fantasmales que parecían flotar en un cielo imposible de aire rosado.

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Resonando entre las carcajadas contenidas de cientos de calaveras y el recuerdo latente de muchas de las danzas donde sus máscaras de la muerte fueron bailadas, la risa de Ruth D. Lechuga era la más aguda y plena. Cuando alguien le preguntaba si tantas muertes no le quitaban el sueño, Ruth respondía : “¿Por qué habrían de hacerlo? Todos estamos hechos de lo mismo. Y un día, cuando yazca muerta en esta cama, me convertiré en parte de esta colección.” Y así sucedió en octubre del 2004, cuando ella tenía 84 años. Había llegado a México en 1939 y muy pronto entendió que su fascinación por su nuevo país estaba vinculada a sus viajes a lo largo y lo ancho de su territorio descubriendo muy diversas formas de creatividad. Estudió medicina y se le puede ver en una fotografía con sus compañeros apiñados alrededor de una mesa de disección. La única mujer en la imagen. Fue enfermera y luego doctora, laboratorista, promotora del mundo artesanal, estudiosa del México profundo y finalmente coleccionista implacable con la calidad y el sentido social de cada objeto y de cada práctica artesanal.

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Porque a diferencia de muchos otros amantes del arte popular ella supo establecer una perspectiva: ver a fondo cada cosa y situar cada cosa en un escenario profundo de tradiciones, de rituales o usos. Es decir, supo ver a México en sus formas. Y se dedicó a recorrerlo sin cesar. Fue la viajera mayor de una ruta cambiante hecha de las fiestas rituales en los pueblos y de la creatividad artesanal arrinconada en la variada geografía del país. Esa testigo privilegiada de los carnavales mexicanos y coleccionista de las máscaras que se hacen para ellos se hizo fotógrafa de alta calidad. Adiestrada muy seriamente y con una cámara Rolliflex al cuello, con el tiempo se volvió una de las mayores fotógrafas etnográficas de México. (Ver en Límulus algunas de sus imágenes).

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Con su pasión viajera y su mirada privilegiada tenía una idea de los rituales de la muerte en México que era diferente a la de todos los demás porque conocía la enorme variedad de maneras de celebrarla en el país. Por eso una buena parte de su colección está hecha de objetos rituales, máscaras sobre todo y algunos disfraces usados en danzas específicas para ciertas fiestas. En su Cuarto Rosa, especialmente aquellas  fiestas en las que se danza con la muerte. Incensarios y candelabros con motivos esqueléticos son también rituales. Luego está esa otra forma de ritual que llamamos juegos. Y se multiplicaron los juguetes artesanales de calaveras. Algunos para poner en las tumbas de los niños muertos el día que se les dedica, antes del día de muertos adultos. Otras para que jueguen los niños vivos y sus padres sonrían. Entre la creatividad anónima de los artesanos se fue destacando poco a poco una pequeña galaxia de protagonistas reconocidos por su nombre, estilo, destreza e incidencia transformadora en sus comunidades. Creadores de excepción en una tradición que ellos reinventan.

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El tallador genial de miniaturas en hueso, Roberto Ruiz; el creador de figuras de cartonería que se han convertido en el género de los alebrijes, Pedro Linares; el escultor de figuras en alambre Saulo Moreno, por mencionar a tres entre muchos, fueron detectados y valorados por Ruth Lechuga muy pronto y son significativos en su colección. Algunos de ellos, como el mismo Saulo Moreno, en la tradición de las calaveras escritas que hablan con humor negro de los vivos como muertos, hicieron calaveras que son retratos de Ruth como fotógrafa, doctora o simplemente una testigo única, querida y risible al mismo tiempo, bajo los grandes anteojos que la caracterizaban.

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Una de las importancias de su colección artística, cristalizada y decantada en su Cuarto Rosa es que cada pieza es significativa de múltiples maneras. No es sólo una colección de obras bellas o curiosas sino un retrato profundo y móvil de la creatividad de un país. Es decir, de lo mejor de ese país que ella amaba. Ninguna otra colección o exposición temática sobre la muerte artesanal tiene esa vitalidad integrada y esa significación porque en el Cuarto Rosa está la atención sostenida a lo largo de varias décadas de una mujer sabia y apasionada mirando y eligiendo, tomándole el pulso a un país complejo y contradictorio. Un país que ella vio cómo se reinventaba ritualmente con las manos.

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La Colección Ruth Lechuga, formada por más de diez mil piezas adquiridas entre 1940 y el 2000 forma ahora parte del Museo Franz Mayer, donde se ha creado el Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga. En el Museo se recreó (temporalmente por desgracia) el Cuarto Rosa, en una exposición coordinada por Martha Turok.

La colección de más de veinte mil imágenes que tomó Ruth Lechuga forman parte del acervo de Artes de México, que las difunde permanentemente en sus páginas y en exposiciones itinerantes. Ha publicado íntegramente sobre Ruth Lechuga y sus colecciones, editados por Margarita De Orellana, los libros:

                Museo Ruth D, Lechuga de Arte Popular. Núm. 42.

                Los otros rostros de México. Núm. 100

                Ruth D, lechuga: una memoria mexicana. Núm 9 Colección Uso y Estilo

                El cuarto Rosa de Ruth lechuga. Núm 13 Colección Uso y Estilo

Además hay textos fundamentales de Ruth Lechuga sobre la muerte en los números:

                Día de muertos I, serenidad ritual. Núm 62.

                Día de muertos II, risa y carcajada. Núm 62.

 

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